Desde tiempos inmemoriales, las cosas pueden enforcarse desde dos -y sólo dos- puntos de vista. Tratándose de comentar el resultado de las PASO, esa proposición se confirma. Las perspectivas posibles: la del militante comprometido o la del (sujeto-supuesto) analista político neutral. Lo curioso de este caso es que la diferencia entre una y otra se reduce exclusivamente al estilo. Lo que uno dirá sin priuritos y con una alegria involucrada, el otro lo decolorará con eufemismos grises. Se me ocurre un ejemplo.
Ayer a la noche, en TN, un analista de la consultora Poliarquía -Fidanza, si la memoria no me falla- le espetaba a Morales Solá que lo de la oposición podía caracterizarse, apelando a los términos tradicionales de la sociología clásica, como “anomia boba”. El militante usaría otras palabras: “Momia boba”. Hay que atribuirle la razón a ambos.
De modo que saltaré de un punto de vista a otro. Seré 50% militante, 50% analista, como los votos. Va de suyo que no hay riesgo de pifiarla. Con ribetes discursvios o con palabras tajantes, el festival de votos en favor del proyecto político kirchnerista no da margen.
En honor al orden cronológico, hay que subrayar el caudal militante del kirchnerismo, cuyo ejemplo comicial fue apostar un fiscal por mesa en cada una de las escuelas de todo el país. En la capital federal -el ejemplo que tengo más a mano- fue la única fuerza que tenía fiscales de mesa (habrá alguna excepeción, como siempre); el resto tenía uno o dos fiscales generales nomás. Esa fotografía espontánea en la que se ve al presidente de mesa, al suplente y a un único fiscal de mesa -el del FPV- firmando sobres o rastreando apellidos en el padrón, contiene mucha más información sobre las causas del huracán de votos K que la supuesta hipótesis del voto castigo (a la oposición). No digo nada nuevo, sólo insisto que hay que prestar mucha atención al fenómeno de la militancia kirchnerista. Si se me permite a mi también citar términos de la sociología clásica, diré que crece como planta de estufa.
Los analisis que he leido entre ayer y hoy coinciden en destacar lo siguiente:
1- Triunfo en 23 de las 24 provincias.
2- Triunfo del FPV en los distritos agropecuarios.
3- Triunfo del FPV en las grandes ciudades (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca, Córdoba capital, Santa Fe capital, San Miguel de Tucumán y Mendoza ).
4- El 7 de agosto José Manuel de la Sota ganó la gobernación de Córdoba. El domingo su lista de precandidatos a diputados nacionales consiguió sólo el 6,74 por ciento, contra el 29,59 por ciento de los kirchneristas.
5- Cristina le ganó a Binner en Santa Fe, a Alfonsín en Chascomús y a Duhalde en Lomas de Zamora.
6- En la provincia de Buenos Aires, Cristina obtuvo 632.000 votos más que Scioli.
7- Cualquier candidato opositor hubiera sido mejor candidato que los que finalmente se atrevieron a presentarse.
Animado por la apabullante victoria, uno podría cuestionar el intento de develar el supuesto misterio del “voto del campo” a favor del FPV. Cualquiera sea el corte que se haga sobre el resultado final -distrital, etáreo, socioeconómico, educativo, etc.- el triunfo de Cristina es un denominador común. Entonces, ¿por qué algunos parecen estar desconcertados con el triunfo de Cristina en Pergamino (39,07%), Navarro (45,71%), Pehuajó (50,89%), Rauch (45%), Junín (43%), Villegas (43%) y General Belgrano (48,81%), Venado Tuerto, Rafaela, etc.? Probablemente se hayan entrampado en su propia expresión de deseo que ubicaba en “el campo” al sujeto social redentor. Como muchos otros, el circuito económico de los pueblos a la vera de los campos goza de una vitalidad pecuniaria que muy pocos quieren arriesgar. En última instancia, está la economía. Se me ocurre pensar que a los exportadores de grano no les debe haber caido en gracia oir a Gonzalez Fraga decir que parte de su proyecto económico era establecer un tipo de cambio de flotación libre. El peso a 2,50 o 3 sería una herida a los bajos costos en dolares de su producción. Un pianta votos.
El porcentaje obtenido en la CABA era previsible. En primera vuelta de las elecciones a jefe de gobierno, Filmus había obtenido el 27% de los votos. Era de esperar que Cristina no se alejarara mucho de esa cifra. Lo que sí asombra es que ese 70% opositor se haya distribuido tan proporcionalmente entre los cuatro candidatos opositores de mayor fuste. Y lo mismo con el orden de esos opositores, sobre todo, el quinto puesto de Alfonsín. No porque Ricardito sea un rubí en bruto ni mucho menos sino porque podía preverse que al tradicional voto radical de la ciudad capital se le agregaría otro tanto del progresismo ligth y del antiperonismo. Pero si sumamos el 30% de Cristina, el 22% de Duhalde y el 11% de Rodriguez Saa, resulta ser que la CABA se ha convertido en una pequeña embajada de La Matanza. Por lo pronto, el honorable ciudadano de la capital federal me es inaccesible. Encuentro allí un límite, una roca, a mi capacidad de análisis. El voto oficialista -que en sí mismo nada dice- parece ser la salida más elegante. La famosa hipotesis ad hoc. Por otra parte, a diferencia del 2007 -cuando empezaba a atizarse el fuego-quema-sueldos de la inflación-, por estas fechas el kirchnerismo ha dado sobradas pruebas de que lleva las riendas y tiene bajo control el aumento de precios. Ese horizonte de previsibilidad quizás explique la repuntada K en las grandes ciudades, ayer-nomás, adversas.
La victoria de Cristina en aquellos distritos donde hace menos de un mes el FPV fue bapuleado o directamente inexistente es un asunto sobre al que los analistas deberán hincarle los dientes. Y políticamente, en lo que viene, es -a la charly- el asunto que quema. 2015 empezó ayer. Y, ceteris paribus, Cristina deberá dar con alguien a quien transferirle -como Lula- la simpatía popular que sobre ella se arroja. Hasta ahora no lo ha conseguido. Y la construcción de un candidato de la izquierda peronista -ni Urtubey ni Scioli ni De la Sota- trasciende el mero nombre -Dilma no era de las funcionarias más populares en Brasil. La cuestión radica en correjir los mecanismos de transferencia de simpatías practicados con las candidaturas de Filmus y Rossi. Presiento que va a ser una faena de las más complicadas. Los movimientos populares, históricamente -y lógicamente si uno condiera el conjunto de identidades heterogeneas que los habitan- han precisado de liderazgos fuertes. Brasil no es Argentina. Las tranformaciones sociales y culturales no son parangonables. La tragedia, los genes y el destino del ser nacional no tiene muchos parecidos con el brasilero. En Brasil no hay lulismo. Tal vez haya llegado el momento -con ese 50%- de empezar a pensar que una de las tareas en esta larga marcha al 2015 sea cosificar al kirchnerismo en un partido político con contornos precisos y vocación frentista.
Dostoievsky escribió que unicamente las personas más limitadas son las que niegan premeditadamente. Que un hombre despejado, por poco inteligente que sea, confiesa en lo posible los hechos materiales -cuya realidad en vano intentaría destruir- pero los explica de otra manera, modificando su significación y presentándolos bajo un aspecto distinto. Esta, no hay otra, es la estrategia de la única oposición viva al gobierno, los medios privados de comunicación. La única lectura que “presenta el hecho material -el 50% en favor de Cristina- bajo un aspecto distinto” sin llamar al gato con silbidos, fue la del “voto castigo”. Causa gracia, verdaderamente. Es como que alguien intente explicar que yo estoy enamorado de tal mujer no por sus méritos ni por el efecto que su estilo produce en mi, sino, basicamente, porque desprecio al resto de las de su género. Una falacia, dice el analista. Una imbecilidad compañero, corrije el militante. Pero alguién decía por ahí que mejor es no discutir los argumentos de los tontos porque puede que los de afuera no noten la diferencia. Así que mejor no decir mucho más sobre esa galera mediática de la que no sale ningún conejo.
Sí conviene consginar unas lineas sobre el relato que promocionarán de acá a Octubre desde los medios de comunicación, según intuyo por lo que he leido y oido de alguno de los epígonos de magnetto. Es una variante del viejo republicanismo de Carrio. Ahora resulta que el peligro que acecha a la argentina es el del... Partido Único (buuuuu). Se trata de convencer a...bueno, a los que se pueda, de que lo mejor para la salud de la democracia argentina es que algunos voten a un partido y a un/a candidato/a que no es el/la de sus preferencias ideológicas para emparejar un poco el resultado. Menudo argumento. Me dejo para más adelante una crítica al “republicanismo institucionalista”. Como mínimo ya tengo el título: ¿frentismo popular o republicanismo institucional?
Agregaría la versión kirchnerista de una vieja anécdota. Cuantan que después de la final del mundial 86´, mientras todos festejaban la victoria, Bilardo estaba preocupado por los dos goles que nos había hecho Alemania. ¿Habrá entonces que preocuparse también por la victoria de Duhalde en la Antartida? ¿Comienza allí el deshielo de la pasión de millones de argentinos con este gobierno? Para pensar.
Queda mucho por decir, será mañana...
Queda mucho por decir, será mañana...